DULCE SEÑORA
Veo en tu mirar un jardín de pureza,
una pena muy honda, grandeza y paz.
Veo en tus manos abiertas rayos de luz,
esperanza plena, celestial emblema.
Cuando lágrimas ruedan, Virgen de Amor,
son perlas engarzadas, pétalos de preciosa esencia,
las tomo en las mías, y brotan ternuras
que te nombran dulce Reina. Dios te Salve María...
de gracias plena, inmortal herencia.
Quisiera ser digna, de tu casta entrega,
seguir por sus Huellas. Santa María...
desgrana el rezo, Madre de Dios, ruega al Amor.
Arrobada en la espera de infinito tiempo,
te llevo, te veo, acaricio la dicha
de llevarte en mí, etérea oración,
ahora y en la hora, de partir
María del Carmen Menéndez García
MACARENA