por las ramas... su costumbre
Como quien acaricia el olvido dejaba al descuido sus
quimeras.
Enarbolaba el silencio, queriendo proteger exclamaciones.
Olvido la coherencia, se despojo de temores, se dejo ir
sin saber donde.
Era tal la emoción que le embargaba, su cuerpo de
algodón,
frágil se elevaba a la cúspide del desatino, llevando en
sus manos
las notas absurdas del arraigo. A lo bajo, un paisaje
despoblado
de tantos pregones que en la práctica son ausentes.
Se negaba a descender a la planicie, demasiada terquedad
- se dijo –
La cúspide del tiempo, y el viento huracanado le alcanzó
girones de esperanza,
la paz en su alma fue su abrigo, y vio a Dios, un Dios
sonriente
que le ofrecía un cántaro de perlas…
Y…, se iba por las ramas con frecuencia…
María del Carmen Menéndez García
2012
MACARENA