DUC IN ALTUM
Sobre el Evangelio de San Juan, capítulo XXI
Por
Emma-Margarita R. A.-Valdés
A la orilla del mar de Tiberíades,
nuevamente la Luz se manifiesta.
Llega con la alborada,
cuando los suyos zanjan la faena
y a la noche no habían capturado
un solo pez para llenar la mesa.
Jesús resucitado les indica
que ahora lancen la red a la derecha.
Eran siete los bravos pescadores,
signo de plenitud en nueva iglesia,
pescadores de hombres
con Pedro a la cabeza.
Ellos saben que nada pescarían,
tienen gran experiencia,
pero obedecen fieles al Maestro,
están sus almas al Amor abiertas.
La pesca es fabulosa,
las redes están llenas,
a pesar del gran peso no se rompen
y las llevan a tierra.
Todos saben que el éxito
se debe a Jesucristo, a su presencia.
Lo admitido en las redes
es un número místico que muestra
universalidad y plenitud
de personas adeptas.
Jesús reparte un pan
y un pez, que había asado en unas brasas.
Venid, comed – invita-.
Así fue en el Sermón de la Montaña.
A Pedro por tres veces le pregunta:
Simón, ¿me amas?.
Con tristeza responde que le quiere,
sabe el Señor lo mucho que le ama.
Jesús le encarga cuide su rebaño
e incluso dar su vida le demanda.
Es la misión de Pedro,
en alta mar, ser pescador de almas.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
«duc in altum». Remar mar adentro significa, según Juan Pablo II,
una invitación «a recordar con gratitud el pasado,
a vivir con pasión el presente y a abrirnos con
confianza al futuro».
Maricarmen
MACARENA