Un día, Dios me otorgo un tesoro, lo guarde en mi corazón, lo cuide, lo adoro.
El tesoro me brindo su Luz, su generosidad, su tiempo...
Y mi lágrima se siente arropada, cuidada, llevada por su mano, mano amiga,
y avanza feliz hacia el lugar soñado...
Gracias, amiga Emma, por tu generosidad
UNA LÁGRIMA
Una lágrima suave, cristalina,
asoma, se sonroja, busca amparo.
Es el dolor que nubla mis pupilas,
es el mortal desánimo.
Una a una, se engarzan,
son cuentas de un rosario,
brotan desconsoladas
por un brutal fracaso.
Mas no es este el momento
de convertirse en llanto
dentro del corazón, joyero de vivencias;
las reprimo, en un intento vano,
sé de la burla ajena, no se comprendería
el raro sortilegio de padecer callando.
Y mi alma, compañera inseparable,
evitará entrevean la esencia del quebranto,
convertirá en estrellas refulgentes, etéreas,
las gotas silenciosas que rebato.
Una traviesa lágrima llegará dulcemente
a la esperada mano,
mano amiga que la conducirá
hacia el lugar soñado,
al cielo donde habitan las estrellas,
al divino remanso,
y brillará la paz en mi camino,
y no habrá más dolor ni habrá más llanto.
María del Carmen Menéndez García
ESPECIAL SEMANA SANTA
MACARENA