lunes, 24 de enero de 2011

ADORACIÓN *** UNA VEZ VIVÍ *** MACARENA



ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Es adorar a Jesucristo, el "Pan vivo bajado del cielo" (Juan 6.51), en su presencia viva y real en la Eucaristía.
Adorar a Dios es reconocerlo como Dios, como creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso.
Adorar a Dios es reconocer. con respeto y sumisión absolutos, la nada de la criatura, que sólo existe gracias a Dios.
Adorar a Dios es alabarlo, exaltarlo y humillarse a sí mismo, como hace María, que confiesa con gratitud que "Ël ha hecho grandes cosas y que su nombre es Santo.

En cuantas oportunidades nos hemos preguntado, ¿ por qué tengo que ir a un lugar específico para Adorar a Dios? si está en todas partes.
Dios está en todas partes, pero no de la misma manera. Hay una presencia de Dios por inmensidad, por medio de Jesús Resucitado en la Iglesia, en su Palabra, en el hermano que sufre, en el Sacerdote, y la más eminente y plena de todas en el pan y el vino consagrados en la Eucarístia celebrada o reservada en el Sagrario, dónde está personal y substancialmente presente. Es el legado de amor que nos dejó y la forma más humilde, silenciosa y vulnerable de quedarse presente entre nosotros cumpliendo su promesa: "ESTARÉ CON USTEDES HASTA EL FIN DEL MUNDO"

Adorar al Santísimo Sacramento, es sin duda elevar nuestro espíritu a un estado de paz absoluto, es poder hablar con Él en la serenidad del templo, su casa, nuestra casa, despojarnos de todas nuestras ataduras, sentir la inmensa alegría que supone el saberse seguros pues Él nos cobija, quizá la plegaria se convierta en silencio, quedando nuestro corazón al desnudo, si Él sabe todo cuando habita en nuestro interior, y nos escucha y perdona. Comunión del alma con el Altísimo, éxtasis divino logrado en su presencia, por esto y mucho más, te adoro Señor.

"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré" (Mateo 11,28).

María del Carmen

MACARENA

1 comentario:

  1. Cuantas respuestas recibe nuestro espíritu en esos momentos de Adoración al Señor.
    Gracias por compartir María del Carmen.
    Un afectuoso saludo, Claudio Paul
    claudiopaul@live.com.ar

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