mariposas quietas
Mis manos se pliegan en regazo,
las mismas que derriban la distancia,
invisibles en sus alas aguerridas,
con el poderío simple, de saberse francas.
Mis manos mariposas asustadas,
cuenco dónde anidan lágrimas
y, aquella, recuerdas su osadía,
se asomaba tardía en mis pupilas
queriendo ser poema, y tú le diste vida...
Mis manos al amparo de las tuyas,
aprendieron a cincelar el alma
pintando de arco de iris el presente,
sabiendo lo efímero del mañana.
Mis manos son espera..., esperanza...
son todo y sin ti, ya ves, son nada,
son sólo dos diademas contenidas,
que se unen en rezo, sublime nostalgia.
María del Carmen Menéndez García
enero de 2011
MACARENA
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