Paseo en Schoenstatt
Bebió con
intensidad el verde,
un verde añoso que
elevaba el ramaje de sus manos hacia el cielo.
Ante si, un largo
sendero invitaba a la meditación,
luego supo que ese,
era el destino del sendero,
invitar al alma rencontrarse
a si misma
en la tenue calma
de la estancia, de la mano de Dios.
Su pensamiento
enclavo en la sutil trasparencia de sus sentimientos.
Bebió los sueños,
como nunca convencida
que ese era el camino correcto,
una siembra
constante, repetitiva,
limitando en el
agobio que suele producir lo auténtico,
por extraño, por
escaso en lo cotidiano.
Iba avanzando
plácidamente hacia una luz,
ansiada Luz,
torrente de Verdad.
Y Tú a su lado… cobijando…
abrazando…
María del Carmen Menéndez
García
Septiembre 2012
MACARENA