Cuando Cristo te “toca” ya nada es igual;
recuperas los ojos para ver, los oídos para oír y la boca para hablar. Aprendemos a aceptar, sufrir con aceptación,
sabiendo que en sus manos todo es llevadero. En realidad, estamos recuperando el
corazón, estamos recuperando la humanidad. Todo proviene de ÉL.
Imagen: Defensa Católica
MACARENA
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